Introducción
Hace más de 3.000 años, un hombre llamado Jobs se quejó a Dios de todos sus problemas y la biblia dice que Dios le respondió: ¿Das tú al caballo su fuerza? ¿Adornas su cuello de ondulantes crines? ¿Le enseñas tú a saltar como a la langosta? ¿A resoplar fiera y terriblemente? Viaja, en el valle se alboroza. Con brio va al encuentro de las armas. Se rie del miedo, nada lo amedrenta, ni ante la espada retrocede. A su flanco va resonando la aljaba, la lanza refurgente como el dardo, con impaciete estrépito va sorbiendo la tierra y no se contiene al toque del clarín.
Los caballos emprenden la huida en caso de peligro. Es su forma de sobrevivir en la naturaleza. Cuando está atento, el caballo dirige las orejas hacia delante. Si está ansioso o agresivo, las agacha hacia el cuello. Cuando levanta al labio superior, es que percibe un olor muy fuerte.
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